jueves, 3 de enero de 2008

CARTA A LOS EFESIOS.

CARTA A LOS EFESIOS:
Acerca de la salvación de la humanidad
Éfeso era una ciudad puerto del Mar Jónico que estaba situada en Asia Menor frente a Grecia, y que era muy importante por su intercambio comercial, cultural y religioso; estaba influenciada por muchas corrientes filosóficas, ideológicas y religiosas.
Como centro del culto pagano a la diosa Artemisa, con su enorme Templo (considerado una de las 7 maravillas del mundo antiguo), Éfeso atraía muchos peregrinos. Cuando San Pablo llegó tuvo un conflicto con los fabricantes de esculturas de plata de la famosa diosa, que vieron mermar sus ingresos, ya que sus clientes, al convertirse a la fe cristiana dejaban de frecuentar el Templo de Artemisa (He 19,23-40). También era un lugar donde se practicaba la magia y la hechicería (He 19,20-22). Sin embargo, la Iglesia de Éfeso se convirtió en una Iglesia muy importante y desde la cual se llevaría la Palabra de Dios a muchos lugares, tanto de Asia como de Europa. Los cristianos de Éfeso al vivir en una ciudad tan cosmopolita se cuestionaban su fe. Más de una vez se preguntaban si su religión sería capaz de llenar todas las ansias de plenitud y de vida de la humanidad, o si sólo era una propuesta religiosa más de las tantas que ellos conocían. Por eso se preguntaban: ¿Hacia dónde camina la humanidad? ¿Hacia la plena realización de sí misma y su plenitud de felicidad y de vida, o hacia ningún lado? La última palabra en nuestra vida, ¿quién la dará? ¿La muerte? ¿Será realmente Jesús el Salvador de todos? En esta breve y profunda carta, Pablo intenta dar a esta comunidad de Éfeso algunas respuestas.
¿La escribió realmente Pablo?
Algunos ponen esto en duda, incluso si era para los efesios, porque en algunos manuscritos el encabezamiento dice "a los santos que están en Éfeso" (Ef 1,1) mientras que en otros el nombre de la ciudad destinataria no aparece. ¿Será una adición posterior? Pero otros lo explican en el sentido que esta carta al igual que el libro del Apocalipsis circularía y estaría destinada no sólo a Éfeso sino a varias de las Iglesias vecinas. Además, esta carta tiene características parecidas a las de la Carta a los Romanos, donde Pablo trata de poner en orden su pensamiento teológico para responder a los cuestionamientos que se hacía la comunidad, o las comunidades a las que la carta iba destinada. De todas formas, los temas tratados y el estilo apasionado en que está escrita coinciden con los de Pablo, por lo que si la carta no proviene de él, está ciertamente bajo su influencia directa.
La salvación es producto de la gracia de Dios
Éste es el primer planteo que hace Pablo. No hay mérito humano alguno en la salvación de los hombres, ya que es Dios mismo que en su providencia ha elegido a las personas y desde antes de la creación del Universo ya pensaba con amor en ellas para otorgarles la salvación.
"¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en el cielo, en Cristo Jesús Nuestro Señor con toda clase de bendiciones espirituales!
En Cristo Dios nos eligió antes de la creación del mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor nos destinó de antemano, para ser hijos suyos en Jesucristo, y por medio de él.
Así lo quiso y le pareció bien, para alabanza de su Gracia y de su Gloria, por ella nos concedió su Gracia en el Bien Amado.
En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los pecados. Esto ha sucedido por la grandeza de su Gracia. Nos ha dado a conocer el Misterio de su Voluntad. Misterio que ha querido realizar en la plenitud de los tiempos; hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra.
Fue en Cristo que fuimos elegidos nosotros. Aquel que dispone de todas las cosas y las somete a su voluntad, decidió que fuéramos su Pueblo a la espera del Mesías, a fin de que sea alabada su Gloria". (Ef 1,1-14)
En este hermoso himno con el que comienza su argumentación el Apóstol, nos da la síntesis admirable de todos los conceptos que verterá en su carta. Fundamentalmente los desarrollará en los capítulos 1 al 3. Aquí Pablo nos describe por qué la fe en Cristo es el medio de la salvación para todos. Jesús nos ha dado la salvación por pura gracia de Dios. Él nos ha salvado sin que nosotros lo merezcamos. No es posible que el ser humano sea salvado por sus propios méritos porque nadie por sí mismo puede alcanzar el perdón de los pecados. "Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino que es un don de Dios. Tampoco lo merecieron sus obras, de manera que nadie tiene motivos para sentirse orgulloso. Lo que somos es obra de Dios; hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocupáramos en ellas". (Ef 2,8-10)
Este aspecto es la piedra fundamental de toda la argumentación del Apóstol, y ya lo hemos encontrado en la Carta a los Romanos.
Jesús es nuestro redentor
Siempre en el himno citado del capítulo 1, Pablo nos explica el concepto de "redención": "En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los pecados". Este término redención viene de "redimir" que se empleaba para hablar del rescate y la liberación de un esclavo. Pablo dice que nosotros antes de la venida de Jesús éramos muertos en vida, y estábamos destinados a la condenación eterna, ya que por nuestras obras obedecíamos "al soberano de este mundo" o sea al demonio. Éramos sus esclavos. Si en la antigüedad un amigo quedaba esclavo por deudas o por haber sido capturado en la guerra, quien quería salvarlo de ese triste destino, debía ir al mercado de esclavos y así poder comprarlo para luego darle la libertad. Así Jesús nos rescató y redimió por su sangre derramada en la Cruz.
¿Cómo debe entenderse esto y sobre todo el tema de la sangre que redime? No hay que pensar en una sangre derramada en cambio de otros, como si Jesús hubiera pagado la venganza del Padre por nuestros pecados, como se entendía en los siglos pasados. La palabra sangre no alude únicamente al tipo de muerte en la Cruz donde se moría uno por pérdida de sangre, sino a la vida, ya que la sangre es el signo de la vida. Por eso los judíos no comían carne con sangre. Pues la vida es sagrada y no le corresponde al hombre consumirla. Lo que salva a la humanidad no es la crueldad de los verdugos al torturar y matar a Jesús, sino el amor de Jesús que no puede ser vencido por el odio de sus enemigos y que se entregó por nosotros: Él nos regaló su vida divina (su sangre) y así nos salvó. Ésta es la argumentación de Pablo. Fue la entrega de su vida simbolizada en la efusión de su sangre lo que ha salvado a los hombres. La prueba de esto es la presencia del Espíritu Santo en los corazones de los fieles. Esto es un testimonio bien claro de que han sido salvados y perdonados por el Señor que es rico en misericordia (Ef 1,13).
El gran Misterio revelado
Otro planteo de Pablo tiene que ver con lo que llamamos el Misterio de la Fe, que no es, contrariamente a lo que a veces se piensa, lo que no se conoce, sino el proyecto de Dios. ¿Cuál es ese misterio? La salvación que Jesús nos trajo, la redención obrada por él a favor de los hombres (ver cap. 3).
Pablo pasa luego a las aplicaciones concretas de esta Buena Noticia de Salvación. La doctrina cristiana no es una hermosa teoría sino salvación en obra. El mensaje de Jesús debe ser vivido. Pablo entonces se refiere a la conversión. Para que esta salvación se haga efectiva en nosotros, es necesario que nos abramos a la acción de Dios y nos renovemos en nuestro interior dejando al hombre viejo que éramos antes, y haciendo nacer al hombre nuevo que se manifiesta en el amor, en la justicia y la santidad. ¿Cómo se logra esto? Dejando obrar al Espíritu Santo en nosotros, y cambiando de vida. Siendo dóciles a la Palabra de Jesús. Pero el apóstol es aquí muy concreto, esto significa apartarse del odio, de los chismes, y calumnias, dejar de robar y prostituirse (cap. 4 y 5,1-22).
La vida de familia, signo y sacramento del amor de Dios
Pablo trata también el tema de la familia y el tema laboral (5,22--6,1-9). El amor de los esposos es para el apóstol algo muy significativo e importante. No es un mero contrato social. Para Pablo el amor de los cónyuges cristianos es la imagen viva del amor de Cristo por su Pueblo, la Iglesia. De ahí que las exigencias de amor y entrega mutua sean tan importantes. Pablo menciona el Génesis como el origen del Proyecto de Dios, y descubre en el amor de los esposos un amor que viene de Dios y que es sacramento vivo de su misericordia. Este amor se extiende y manifiesta en otros aspectos de la vida concreta del cristiano como la paternidad y las relaciones laborales (cap. 6).
Eduardo Ojeda
FUENTE :
www.chasque.net/umbrales ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

No hay comentarios: