martes, 18 de marzo de 2008

TRISTEZA : SENTIR DE JESÚS.

TRISTEZA : SENTIR DE JESÚS.

En la comunidad Compasiva con los perdedores y las victimas experimenta que sólo pasando por la prueba de dolor con los dolientes se puede barruntar la luz. El ángel de Dios lo consuela, no le evita el trago sino que lo fortalece en su implicación compasiva hasta el final. Dios no está fuera de lo que está aconteciendo, Dios no está arriba en los cielos indiferente y apático. Jesús, sumergiéndose en el mar del dolor, asumiendo el infortunio de los Santos Inocentes, los perdedores, las victimas, está experimentando que el amor es pasión. El amor no ensuciado y vapuleado por el desgarro no es amor es cinismo.
A Jesús lo detienen, lo torturan y lo juzgan. Ellos lo abandonan, ellas se quedan cerca; después lo despojan de su dignidad, lo humillan y lo violan en lo más nuclear de su ser criatura. La casta saducea lo juzga y lo condena por blasfemo, no soportan todo lo que Jesús ha dicho y hecho, es muy peligroso para la pirámide del sacrificio que es el Templo. El lugar de la Presencia que alimentaba las esperanzas de Israel se ha convertido en cueva de bandidos, el templo lo gestionan los traficantes del dolor, aquellos que necesitan victimizar en nombre de Dios para que la reparación de su estigma repercuta en ganancia para ellos, es un circulo infernal que Jesús ha querido romper pero que al final se lo traga.
¡Templo de Jerusalén, Templo de Jerusalén…! No quedará piedra sobre piedra. El Compasivo no puede querer de ningún modo que se negocie con el dolor de sus criaturas. El Compasivo ni quiere sangre, ni cera ni incienso, quiere compasión, quiere ternura, quiere justicia, quiere que sus criaturas vivan, pero la dureza de corazón ciega, pervierte; parece mentira que el mal genere tanta espesura y tiniebla sobre la creación, todo se está oscureciendo.
Al imperio le interesa lo suyo: el orden público y los impuestos. No quiere conflictos y menos por cuestiones supersticiosas internas de los países ocupados, pero el poder religioso le pide al Imperio que intervenga. Hay riesgo de insurrección y si no interviene, el centro del Imperio será informado. Total, qué importa un crucificado más, la vida no vale nada, lo importante es la estabilidad. Elites sacerdotales y potencia ocupante se ponen de acuerdo. Un poder condena y otro ejecuta. Así de sencillo y criminal.
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO V.

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