miércoles, 31 de diciembre de 2008

EN EL CAMINO A DAMASCO : ¿ QUIÉN ERES, SEÑOR ?...

En el camino de damasco: ¿Quién eres Señor?por Tarcisio Carmona
Sacerdote de la Sociedad de San Pablo, biblista

Querido Pablo:
El episodio de tu encuentro con Jesús, mientras ibas de camino hacia Damasco,
tal vez sea uno de los episodios más conocidos de tu vida.
Muchos pintores, escultores, novelistas, etc., han representado y
hablado sobre este encuentro, comenzando por san Lucas,
quien lo menciona al menos tres veces en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hech 9,1-19; 22, 3,21; 26,9-18).
¿Pero qué nos puedes decir tú de este encuentro con el Señor?

Estimados hermanos: Lucas fue un gran amigo y colaborador mío durante los viajes que hicimos predicando el evangelio.
Muchas veces me interrogó sobre este evento y escribió el relato mejor que si yo mismo lo hubiera hecho. Sin embargo, esta experiencia se vuelve inexplicable en muchas cosas, pues fue un encuentro personal y, tratándose de las cosas de Dios, resulta casi imposible explicar con exactitud los hechos, ya que las palabras humanas no alcanzan a expresar toda la profundidad, la grandeza y el significado de un evento de esta naturaleza.
No obstante esto, ustedes saben que en mis cartas hice referencia a este encuentro en repetidas ocasiones, cuando lo creí necesario
(1Cor 9,1; 15,8-10; Gal 1,15; Flp 3,6-8.12).
Corría el año 36 d.C. Yo tendría unos 28 años de edad y ya sobresalía
entre todos los de mi generación, por ser un celoso guardián de la ley de Moisés. Después de la muerte de Esteban, muchos cristianos huyeron de Jerusalén y se refugiaron en otras ciudades, entre ellas Damasco, en Siria, a más de 200 km.
Por eso pedí cartas de autorización al sanedrín de Jerusalén para poder ir a buscar y a encarcelar a los cristianos de Damasco.
Cuando estaba a punto de llegar a la ciudad se me apareció el Señor, me tiró a tierra, me quedé ciego y me dijo lo que tenía que hacer.
¿Qué significó para mí este encuentro?
Significó todo, un nuevo proyecto de vida.
Algunos lo han entendido en la óptica de una conversión moral,
como si yo hubiera sido un pecador y a un cierto momento dejé de serlo.
Pero si se han fijado, en esos relatos de Lucas ni siquiera aparece la palabra “conversión”, pues era algo más que eso
(auque tampoco niego que hacía mal persiguiendo a la Iglesia);
pero, a pesar de todo, siempre me consideré irreprensible en cuanto al
cumplimiento de la ley, no era un pecador según la ley (Flp 3,6).
Otros piensan que aquel momento significó un cambio de bandera;
es decir: un celoso cumplidor de la ley de Moisés que cambia y se entrega
de lleno a la nueva bandera de Cristo; como un cambio de religión.
Ciertamente tuve qué repensar muchas cosas, pero no consideré al cristianismo como una nueva religión, distinta del judaísmo, sino como una continuación;
como la fe que alcanza la madurez y la plenitud.
En efecto, aún después de Damasco, yo seguí siendo judío, observante de la ley, seguía leyendo la Torá, los escritos y los profetas (Antiguo Testamento);
es más, mi predicación la apoyaba en la misma Escritura.
Así que, más que considerar al camino de Damasco como un episodio de conversión,
yo prefiero verlo como un episodio de vocación, de llamada, a la cual respondí: “Sí”. Cuando dije: “Señor, ¿qué quieres que haga?” (Hech 22,10).
Pero de esto ya hablaremos más adelante.
Como siempre, me despido deseándoles paz y bien en el Señor.
Continuará…

FUENTE : www.san-pablo.com.ar/aniopaulino/
ENVIÓ : PATRICIO GALLARDO VARGAS.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho "En el camino a Damasco, por que en lo personal yo viví un conversión en la que me identifico mucho, gracias por refrescar mi corazón con esta lectura.